Aunque la sustitución del viejo rito hispánico por el franco-romano tuvo lugar primero en los territorios de la Marca hispánica (siglos VIII-IX), la verdadera sustitución en el resto de España ocurrió siglos más tarde, en Aragón, Castilla, León y Navarra. Se hace sobretodo desde monasterios como el cluniacense de Sahagún (León), o el de San Juan de la Peña (Aragón), o el monasterio cisterciense de las Huelgas (Burgos), o la catedral de Astorga, es decir, instituciones eclesiásticas en pleno Camino de Santiago por el que circulan pronto piezas procedentes de Francia (Cluny, Moissac, Citeaux, Vezelay) o canónigos que se trasladan a estos monasterios en calidad de copistas y escribanos, por lo que el repertorio litúrgico franco-romano se hace pronto extensivo a todos los reinos cristianos de España desde fines del siglo XII.
Entre las piezas más destacadas que representan este tránsito, figuran precisamente dos antífonas del Oficio de Santiago, O beate Jacobe y Sancte Jacob, desconocidas para el recopilador del Códice Calixtino, que contienen las primeras invocaciones al Santo como Patrono de España.
Santo Domingo de Silos. Biblioteca del Monasterio, Ms 9 fol. 230: antífona del Oficio de Santiago Apóstol. Transcripción al solfeo convencional actual.
Como notable expresión de que el Camino es cauce que trae novedades de otras partes de Europa, hay un hecho bien conocido y documentado que lo demuestra de modo muy significativo. Es el caso de un violinista veneciano que, en el siglo XVII, visita Compostela como peregrino, decide quedarse y es admitido en la Capilla de Música Compostelana adquiriendo voluntariamente el compromiso de enseñar el moderno instrumento del violín, lo que es una novedad en que el Cabildo compostelano fue pionero.
No menos significativo en este mismo sentido resulta la tradición organística de la catedral de Santiago, que si bien sus inicios se remontan al siglo XIII, las primeras huellas documentales datan del primer tercio del siglo XVI, en que el organista veneciano fray Dionisio Memmo, procedente primero de San Marcos (Venecia) y luego de la corte de Enrique VIII (Londres) donde fue uno de sus músico favoritos, después de peregrinar a Santiago, y sin que el Cabildo le llamara, inició una colaboración con la catedral como organista y como organero, hasta quedar constancia escrita de que el él órgano por él construido era “el mejor que en España se pudiera hallar”. La colaboración debió ser muy satisfactoria para ambas partes porque Memmo siguió en Santiago hasta su muerte.
Las obras de los más prestigiosos compositores de Europa llegarán a España en buena medida a través del Camino de Santiago como cauce cultural. Así lo acredita el hecho documentado de que unos peregrinos alemanes, como ofrenda de culto al Apóstol, regalaran al arzobispo compostelano, entonces el cardenal Payá, un ejemplar del libreto de la “Misa Solemne de Beethoven”, que se convirtió en una de las excelentes músicas que la capilla empezó a interpretar para el culto solemne de la catedral, según consta en notas de la época.
La música, como herramienta universal de la cultura y del arte como expresión de los sentimientos más hondos del espíritu humano, es un instrumento de transmisión idóneo al servicio del encuentro de las ideas, de las lenguas, de la danza, de la oración y del encuentro con Dios, e incluso de la trascendencia del espíritu más allá de las doctrinas y de los credos, por lo que el Camino de Santiago, como viaje para el cuerpo y para el espíritu, encuentra en la música, tanto la popular como la culta, una vía de transmisión insuperable para el sentimiento peregrino.