Desde el albergue Itzandegia salimos a la N-135 y, tras un corto trecho, cogemos un camino que nace junto al arcén derecho y que discurre por un bosque de hayas y robles. Pasados cien metros puede verse al otro lado de la carretera y, a través de las ramas, la cruz de los Peregrinos, un crucero gótico que fue trasladado a este lugar en el año 1880 por el Prior don Francisco Polite. El bucólico paseo termina al llegar junto a las naves del polígono Ipetea, punto donde giramos a la izquierda para salir a la N-135 y entrar en Burguete. La calle San Nicolás y la carretera son todo uno, así que por ella atravesamos el pueblo, ya que no hay arcén entre las robustas casas blasonadas y el asfalto (Km 2,8).
Pasada la iglesia de San Nicolás, torcemos a la derecha junto a una sucursal bancaria para cruzar una pasarela sobre un arroyo que baja hacia el río Urrobi. Continuamos por una pista, flanqueada por algunas naves y extensas praderas pobladas por ganado y bosquetes de hoja caduca. Tras sortear varios cauces de agua por vados rudimentarios de piedra y solventar un repecho, salimos a una pista asfaltada desde la que se aprecian los tejados rojos de Espinal y por la que bajamos hasta este primer pueblo del valle de Erro. Nos internamos en el casco urbano para salir a la N-135 a la altura de la moderna iglesia de San Bartolomé. Giramos a la derecha y seguimos por la acera casi rozando las fachadas blancas de dos y tres alturas. Justo después de un paso de peatones giramos a la izquierda y por pistas de diferente piso subimos hasta el alto de Mezkiritz, donde junto a la carretera hay una lápida con la imagen labrada de la Virgen de Roncesvalles (Km 8,2).
Al cruzar la carretera ¡ojo!, porque podemos despistarnos y coger la senda que no es. Hay una que lleva a los Altos de Errebelu pero nosotros debemos seguir la indicada por el mojón jacobeo. Una cancela metálica nos anima a entrar en el hayedo y a descender por él. Rodeados también de boj, acebos y helechos avanzamos hacia la siguiente población. Un último tramo, algo resbaladizo si ha llovido, nos deja junto a la carretera pero en su lugar cogemos un camino artificial empedrado que llega hasta Bizkarreta, fin de etapa en el siglo XII gracias a la existencia de un hospital de peregrinos. (Km 11,4). La abandonamos junto a la "tiendica de Biskarret" y ponemos rumbo a Lintzoain, distante casi dos kilómetros (Km 13,3).
Una vez en Lintzoain pasamos junto al frontón y torcemos a la derecha para coger un carretil de cemento muy empinado que afrontaremos con resuello. Se sigue por pista de gravilla - un mojón se encarga de recordarnos los cuatro kilómetros que restan hasta el alto de Erro - y se continúa a través de una estrecha senda. Las primeras rampas son las más duras pero la pendiente cede y el camino se ensancha. Incluso hay buenos tramos en claro descenso, como el que nos lleva hasta el mismo alto de Erro, donde cruzamos la N-135 (Km 17,8). Cogemos una pista y a los setecientos metros dejamos a un lado la Venta del Puerto, antigua posada que hoy se encuentra en estado lamentable y hace las veces de establo. Después la bajada se hace más patente, nos lleva a abrir y cerrar un par de portillos y nos sorprende con algún tramo de escalones. Al final nos presentamos en el puente de la Rabia sobre el río Arga, construcción por la que accedemos a Zubiri y al valle de Esteribar (Km 21,5).
Pasada la iglesia de San Nicolás, torcemos a la derecha junto a una sucursal bancaria para cruzar una pasarela sobre un arroyo que baja hacia el río Urrobi. Continuamos por una pista, flanqueada por algunas naves y extensas praderas pobladas por ganado y bosquetes de hoja caduca. Tras sortear varios cauces de agua por vados rudimentarios de piedra y solventar un repecho, salimos a una pista asfaltada desde la que se aprecian los tejados rojos de Espinal y por la que bajamos hasta este primer pueblo del valle de Erro. Nos internamos en el casco urbano para salir a la N-135 a la altura de la moderna iglesia de San Bartolomé. Giramos a la derecha y seguimos por la acera casi rozando las fachadas blancas de dos y tres alturas. Justo después de un paso de peatones giramos a la izquierda y por pistas de diferente piso subimos hasta el alto de Mezkiritz, donde junto a la carretera hay una lápida con la imagen labrada de la Virgen de Roncesvalles (Km 8,2).
Al cruzar la carretera ¡ojo!, porque podemos despistarnos y coger la senda que no es. Hay una que lleva a los Altos de Errebelu pero nosotros debemos seguir la indicada por el mojón jacobeo. Una cancela metálica nos anima a entrar en el hayedo y a descender por él. Rodeados también de boj, acebos y helechos avanzamos hacia la siguiente población. Un último tramo, algo resbaladizo si ha llovido, nos deja junto a la carretera pero en su lugar cogemos un camino artificial empedrado que llega hasta Bizkarreta, fin de etapa en el siglo XII gracias a la existencia de un hospital de peregrinos. (Km 11,4). La abandonamos junto a la "tiendica de Biskarret" y ponemos rumbo a Lintzoain, distante casi dos kilómetros (Km 13,3).
Una vez en Lintzoain pasamos junto al frontón y torcemos a la derecha para coger un carretil de cemento muy empinado que afrontaremos con resuello. Se sigue por pista de gravilla - un mojón se encarga de recordarnos los cuatro kilómetros que restan hasta el alto de Erro - y se continúa a través de una estrecha senda. Las primeras rampas son las más duras pero la pendiente cede y el camino se ensancha. Incluso hay buenos tramos en claro descenso, como el que nos lleva hasta el mismo alto de Erro, donde cruzamos la N-135 (Km 17,8). Cogemos una pista y a los setecientos metros dejamos a un lado la Venta del Puerto, antigua posada que hoy se encuentra en estado lamentable y hace las veces de establo. Después la bajada se hace más patente, nos lleva a abrir y cerrar un par de portillos y nos sorprende con algún tramo de escalones. Al final nos presentamos en el puente de la Rabia sobre el río Arga, construcción por la que accedemos a Zubiri y al valle de Esteribar (Km 21,5).