Orar en el Camino



Oración para iniciar la jornada:

Guía, Señor, mis pasos por el Camino de la paz.” “Buenos días, Señor, a ti el primero encuentra la mirada del corazón, apenas nace el día: tú eres la luz y el sol de mi jornada” (Liturgia de las Horas)

El Camino es encuentro con Dios; la oración es un camino privilegiado para el encuentro con Dios. En el Camino estás en un tiempo y un espacio distinto. Son un espacio y un tiempo que Dios ha elegido para manifestarse a todo aquel que pisa sus senderos. Sé consciente de que Dios es el que te ha dicho “sal de tu tierra”. Es Él quien toma siempre la iniciativa.

Recuerda el Evangelio:

Cuando oréis no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, por el contrario, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando oréis, no uséis muchas palabras como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos porque vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que se lo pidáis. Vosotros rezad así: Padre nuestro...” (Mt 6, 5-10)

Para tu reflexión:

El Camino de Santiago tiene mucho de silencio, el silencio tiene mucho de oración, y la oración es encuentro con el Padre que siempre te espera con los brazos abiertos. Andando, sientes que algo te está pasando en tu interior. Eso que te sucede puedes convertirlo cada día en quieta y sencilla oración. No necesitas de grandes y bonitas frases para hablar con él; basta con decirle lo que tienes en el corazón.

Símbolos:

Dos grandes símbolos del Camino son el silencio y la soledad. El silencio para percibir la voz de Dios. La soledad para abrirte a su presencia. El silencio, para que brote en ti la música callada que llevas en el corazón –recuerda que el lenguaje que Dios más oye es el callado amor-. La soledad, para estar con quien sabes que te ama y desea entrar en comunión contigo. En el silencio y en la soledad repite con confianza: “El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Dad gracias al Señor, invocad su nombre”. El encuentro con Dios llena de perfume tu casa. Ese perfume lo perciben también las demás personas. Por eso, expresa con algún gesto sencillo la alegría de saber que tu vida está en las manos de Dios: una sonrisa, un servicio, una palabra de apoyo a los que te rodean.

Actitudes:

Detente hoy en un sitio tranquilo, ponte en silencio y haz un rato de oración. Cuéntale al Padre lo que llevas en el corazón, comparte tu vida con El. Escucha, agradece, pide, intercede o pide perdón. Haz un compromiso para el camino de la vida: busca cada día momentos de silencio para hablar y escuchar a Dios, para estar con Él, para amarle y dejarte amar.

(Centro de Iniciativas de Pastoral de Espiritualidad)