Nuestra actitud, lo iremos comprobando a medida que hacemos el Camino, irá cambiando hacia todo, evitaremos pisar las flores y las hormigas, seremos más cariñosos y amables con nuestros compañeros ocasionales y en el trato con las gentes del Camino, habremos perdido nuestro nombre y para los lugareños cuando se dirijan a nosotros lo harán con el nombre común de "peregrino".
El Camino de Santiago, nos guste o no nos guste, es un Camino sagrado que como tal lo han recorrido antes de nosotros millones de peregrinos, a lo largo de más de mil años, y como tal ha quedado impregnado.
Le debemos un respeto y además hay que tener muy en cuenta que en mayor o menor medida, todos los que lo recorremos en esa búsqueda interior, llevamos una parte del espíritu.
Si no fuera nuestro caso, lo deberemos hacer por respeto a los demás y por educación.
Los que hemos tenido ocasión de realizarlo, coincidimos en que el Camino "empieza" en Santiago. Hasta allí, lo hemos podido hacer con una u otra actitud, pero cuando lleguemos a Santiago, en absoluto será la misma que cuando salimos.