La catedral de Santiago de Compostela es la sede del arzobispado compostelano y el lugar en el que se conservan los restos del Apóstol Santiago el Mayor, hijo de Zedebeo y Salomé, y hermano de San Juan Evangelista. Así, por tanto es la meta del Camino de Santiago, el sepulcro del Apóstol ubicado en la misma catedral.
Originariamente, la catedral compostelana se hallaba en la cercana localidad de Iria Flavia, pero en el 1095, el Papa Urbano II decretó el traslado de la sede arzobispal a Compostela.
Todo ello viene relacionado con el descubrimiento de los restos del Apóstol Santiago en un Campo de Estrellas (Campus Stellae) sito en el Monte Libradón, en 813 por el campesino eremita Pelayo, dando cuenta al obispo Teodomiro, titular del obispado de Iria Flavia. Tras ello, el obispo acude al lugar y certifica que los restos encontrados son los del Apóstol, avisando al Rey de Asturias y Galicia Alfonso II, llamado el Casto, titular de los terrenos, quién acude al lugar en peregrinación desde Oviedo, por lo que se le considera como el primer peregrino.
Tras ser decapitado en el año 42 de nuestra era en Jerusalén, por orden de Herodes Agripa. Sus discípulos roban el cuerpo y lo trasladan durante siete días de viaje a la desembocadura del río Ulla (ría de Arousa), cumpliendo así con la tradición que decía que los apóstoles debían ser enterrados donde habían desarrollado su apostolado y predicación. Tras varios hechos milagrosos, la reina local Lupa permite el entierro del Apóstol en terrenos de su posesión.
Tras la visita del Rey Alfonso II, éste ordena levantar una iglesia dedicada al Apóstol, así como un monasterio. Y lo hizo sobre lo que previamente era un mausoleo pagano, todo ello para la protección y el culto de los restos del Apóstol.
Al modesto templo prerrománico de Alfonso II lo sustituye un nuevo edificio bajo el reinado de Alfonso III el Magno en 899 con una nave de sillería de ocho metros de ancho.
El 11 de agosto de 997 Almanzor arrasa el templo, pero respeta el sepulcro. Su caballo emplea la fuente de la iglesia como abrevadero, y sus huestes se llevan las campanas para usarlas como lámparas en la mezquita de Córdoba. Tras ello, en el año 1000 se lleva a cabo la reconstrucción bajo el mandado del obispo San Pedro de Mezonzo.
Con Alfonso VI se acomete la construcción de la tercera basílica, de estilo románico durante el 1075 debido al auge del culto jacobeo y a que en este mismo año la sede episcopal pasa a estar en Compostela en sustitución de la anterior sede, Iria Flavia. Se construyó con planta de cruz latina, con tres naves en el crucero, tres naves mayores y presbiterio rodeado por una girola semicircular en las que se encontraban presentes cinco capillas. Permite una gran funcionalidad, al permitir simultáneamente la celebración del culto y la movilidad de grandes masas de peregrinos.
Originariamente, la catedral compostelana se hallaba en la cercana localidad de Iria Flavia, pero en el 1095, el Papa Urbano II decretó el traslado de la sede arzobispal a Compostela.
Todo ello viene relacionado con el descubrimiento de los restos del Apóstol Santiago en un Campo de Estrellas (Campus Stellae) sito en el Monte Libradón, en 813 por el campesino eremita Pelayo, dando cuenta al obispo Teodomiro, titular del obispado de Iria Flavia. Tras ello, el obispo acude al lugar y certifica que los restos encontrados son los del Apóstol, avisando al Rey de Asturias y Galicia Alfonso II, llamado el Casto, titular de los terrenos, quién acude al lugar en peregrinación desde Oviedo, por lo que se le considera como el primer peregrino.
Tras ser decapitado en el año 42 de nuestra era en Jerusalén, por orden de Herodes Agripa. Sus discípulos roban el cuerpo y lo trasladan durante siete días de viaje a la desembocadura del río Ulla (ría de Arousa), cumpliendo así con la tradición que decía que los apóstoles debían ser enterrados donde habían desarrollado su apostolado y predicación. Tras varios hechos milagrosos, la reina local Lupa permite el entierro del Apóstol en terrenos de su posesión.
Tras la visita del Rey Alfonso II, éste ordena levantar una iglesia dedicada al Apóstol, así como un monasterio. Y lo hizo sobre lo que previamente era un mausoleo pagano, todo ello para la protección y el culto de los restos del Apóstol.
Al modesto templo prerrománico de Alfonso II lo sustituye un nuevo edificio bajo el reinado de Alfonso III el Magno en 899 con una nave de sillería de ocho metros de ancho.
El 11 de agosto de 997 Almanzor arrasa el templo, pero respeta el sepulcro. Su caballo emplea la fuente de la iglesia como abrevadero, y sus huestes se llevan las campanas para usarlas como lámparas en la mezquita de Córdoba. Tras ello, en el año 1000 se lleva a cabo la reconstrucción bajo el mandado del obispo San Pedro de Mezonzo.
Con Alfonso VI se acomete la construcción de la tercera basílica, de estilo románico durante el 1075 debido al auge del culto jacobeo y a que en este mismo año la sede episcopal pasa a estar en Compostela en sustitución de la anterior sede, Iria Flavia. Se construyó con planta de cruz latina, con tres naves en el crucero, tres naves mayores y presbiterio rodeado por una girola semicircular en las que se encontraban presentes cinco capillas. Permite una gran funcionalidad, al permitir simultáneamente la celebración del culto y la movilidad de grandes masas de peregrinos.
De las cinco capillas iniciales de la girola mencionadas se conservan las tres centrales, dedicadas al Salvador, a San Pedro y a San Juan.
Con el primer arzobispo Diego Gelmírez se impulsan las obras para llegar a ser una verdadera catedral. Y es en esta época cuando el maestro
El Pórtico de la Gloria, obra del Maestro Mateo, muestra a Cristo y los Evangelistas, arropados en la arquivolta por los 24 ancianos del Apocalipsis, cada uno con un instrumento musical. También aparece, por supuesto, el Apóstol Santiago, acompañado por los demás Apóstoles.
Durante este período, los artesanos se ubicaban frente a la fachada principal, la cual se sitúa en la Plaza del Obradoiro, y se llama así en alusión a donde se ubicaban los talleres artesanos durante la construcción catedralicia.
El Papa Calixto II instituye en 1122 el Año Santo Jacobeo, y su sucesor, Alejandro III, dicta en 1179 la bula Regis Aeterna, por la que se otorga indulgencia plenaria, perdón de todos los pecados, a quienes visiten el templo compostelano los años en los que el día de Santiago coincidiese en domingo.
Con la Baja Edad Media, el gótico acoge su esplendor, tanto las aportaciones privadas como episcopales permiten la construcción de algunas capillas (Sancti Spiritus y Santa María la Blanca), se acomete la construcción de la desaparecida torre del Ángel y la torre del Reloj (también conocida como la Berenguela) y el claustro recibe aportaciones de capillas funerarias.
En 1236, las campanas robadas por Almanzor son restituidas a Santiago por el Rey Fernando III.
En el S. XVI se añade un nuevo claustro. Es en esta época, concretamente en 1588, cuando el arzobispo San Clemente esconde el sepulcro del Apóstol ante el temor a un ataque de piratas ingleses comandados por Francis Brake. Y lo ocultó tanto, que el sepulcro permaneció oculto durante más de tres siglos. A ello hay que añadir el auge del protestantismo, lo que lleva a una importante decadencia de las peregrinaciones a Compostela y su Catedral.
Es en esta época renacentista cuando además del claustro se acomete la construcción de varias capillas, una sacristía y dependencias anejas.
Ya en el Barroco se acomete la reforma del Altar Mayor, diseñando y construyendo el baldaquino sobre la tumba del Apóstol. El baldaquino se forma por una pirámide sostenida por cuatro ángeles de alas desplegadas, se decora con múltiples elementos jacobeos, simbólicos y heráldicos, ángeles con banderas, las cuatro virtudes cardinales y se corona con una imagen a caballo del Apóstol. Se complementa con el revestimiento salomónico de columnas y pilares románicos que rodean la capilla Mayor. Junto al tabernáculo se construye el camarín del Apóstol, comunicado mediante una pequeña escalera por ambos lados de la girola, para permitir a los peregrinos abrazar fervorosamente la imagen sedente del Apóstol Santiago. Este camarín se abre hacia el presbiterio y la nave central para mostrar la imagen de Santiago Apóstol.
En la noche del 28 de enero de 1879, durante unas obras iniciadas el año anterior por el Cardenal Payá y Rico, se perfora una bóveda, y en una urna se descubren tres esqueletos. En 1884, tras cuatro años de trabajos científicos, León XIII certifica que los restos del Apóstol habían sido reencontrados.
Bajo el camarín antes mencionado, y también accesible por unas pequeñas y estrechas escaleras se encuentra la cripta, lugar reservado para la conservación de la urna en la que se conservan los restos del Apóstol Santiago tras su reencuentro mencionado.
Es tradición que peregrinos de todos los confines del mundo pongan su mano en la base del parteluz hasta dejar marcadas las cinco huellas en la piedra.
Y en la parte posterior, el maestro Mateo firmó su obra con una estatua que reza arrodillada, siendo una imagen de él mismo rezando. Y dice la tradición que a tal figura hay que darle tres cabezazos, pues se cree que tal acto aporta sabiduría.
Desde la Plaza del Obradoiro, para acceder a la catedral, se acceda por donde se desee, habrán de subirse 33 escalones, 33 escalones que dan acceso a la gloria.
La Puerta Santa está situada en la Plaza Quintana y es obra de José de la Peña. Es llamada también Puerta del Perdón. Su estilo interior es románico, pues es la única puerta que se conserva de las cuatro puertas de ábsides del siglo XI. Dicha puerta es presidida por el Apóstol Santiago, ubicado en una hornacina, y acompañado de sus discípulos Atanasio y Teodoro, ambos Santos. Únicamente se abre los años en los que la festividad de Santiago Apóstol, 25 de julio, coincide con domingo. Se trata de los conocidos como Años Xacobeos, o años santos compostelanos. Se abre el 31 de diciembre anterior al año santo mediante ceremonia, la cual consiste en que a ella acude en procesión el Arzobispo, acompañado del Cabildo, demás clero, así como de múltiples fieles, golpeando solemnemente en tres ocasiones sobre el muro de piedra que tapa dicha puerta. Al tercer golpe cae la pared. Tras ello, dos sacerdotes, o diáconos, limpian las jambas y el dintel con agua bendita. Y finalmente, el arzobispo, una vez limpia la puerta, es el primero en traspasarla, con la Cruz de Metropolitano en la mano, seguido de todos los asistentes. Y permanece abierta hasta el 31 de diciembre del año santo. Todo ello implica que dicha puerta permanece cerrada el resto de años.
La fachada que da a la Plaza de Platerías se conoce con el mismo nombre, fachada de Platerías, y es la única que se conserva de las cuatro iniciales, con la salvedad que de los cuatro arcos iniciales, tan sólo se conservan dos. Junto a ella se erige la torre del reloj, iniciada por Rodrigo del Padrón, pero culminada por Berenguel de Landora, de ahí que por ello quizá se la conozca como la Berenguela. Y el reloj es del gallego Andrés Antelo, y ello a pesar de ser su instalación más cara que un reloj de origen británico. Ello se debe al interés de promover y defender la artesanía gallega.
El Botafumeiro es el mayor incensario del mundo, realizado en plata con una altura de un metro y diez centímetros y un peso de cincuenta kilos. Está anclado mediante una cadena al cimborrio del crucero. Tiene un movimiento pendular de norte a sur por efecto del impulso de los ocho tiraboleiros, hombres vestidos con capote rojo que tiran de cuerdas unidas a las cadenas que hacen funcionar el botafumeiro. Se carga de carbones encendidos y aromatizados con incienso, cuya misión sería depurar los posibles olores durante el oficio litúrgico, funcionando en todas las Misas del Peregrino de los años jubilares, años santos jacobeos, y en todas aquellas liturgias en que se solicite como ofrenda al Apóstol Santiago. Las tropas napoleónicas lo robaron, debiendo ser sustituido por un tiempo por uno de hierro hasta su sustitución por uno nuevo de plata. Y ha sufrido varias caídas a lo largo de su historia.
En alguna parte de las fachadas exteriores de la catedral hay tiendas de recuerdos, como por ejemplo la Tienda de la Catedral, con acceso desde la Plaza Quintana, aunque esta tienda curiosamente también tiene acceso desde el interior de la catedral (parte interior de la fachada de platerías). En dichas tiendas disponen de recuerdos como postales, libros, camisetas, llaveros, grabados, dedales, cucharillas,...
El acceso a la catedral es gratuito, aunque para acceder a determinadas dependencias hay que abonar una entrada. Dichas dependencias se encuentran todas con acceso desde la Plaza del Obradoiro y son el Museo Catedralicio, la Cripta y el Palacio Gelmírez. El precio de la entrada da derecho al acceso a las tres dependencias y es de 5 Euros como tarifa normal, 3 Euros para peregrinos, estudiantes mayores de 18 años, jubilados y grupos, y de 1 Euro para alumnos de primaria y secundaria, así como alumnos de bachillerato menores de 18 años.
También hay que recordar en esta línea que el horario de estas tres dependencias, museo, tesoro y palacio Gelmírez es en verano de 10 a 14 y de 16 a 20 de lunes a sábado, y de 10 a 13:30, domingos y festivos, y en invierno de 10 a 13:30 y de 16 a 18:30 de lunes a sábado, y de 10 a 13:30, domingos y festivos, cerrando los días 1 y 6 de enero, 25 de julio, 15 de agosto y 25 de diciembre.
Dentro del Museo, y en varias plantas, podemos disfrutar de distintas estacias y exposiciones, que van desde la propia construcción y reliquias encontradas en la catedral, la romanización de Galicia, tejidos y tapices, testimonios sobre la traslación marina de Santiago, monedas, Claustro, Biblioteca, Sala Capitular y Salas de la Balconada.
La Cripta del Pórtico de la Gloria es obra del maestro Mateo, siendo lugar de veneración de Santiago el Menor, o Santiago Alfeo (apóstol obispo de Jerusalén). Su planta reproduce la cabecera de la basílica romana, reproduciendo una rica decoración en jambas y capiteles.
El Palacio Gelmírez es el edificio civil mejor conservado de la época medieval española. Se trata de un palacio episcopal de final del S. IX, remodelado por el obispo Gelmírez hacia 1117, por el cual recibe nombre.
Con el primer arzobispo Diego Gelmírez se impulsan las obras para llegar a ser una verdadera catedral. Y es en esta época cuando el maestro
El Pórtico de la Gloria, obra del Maestro Mateo, muestra a Cristo y los Evangelistas, arropados en la arquivolta por los 24 ancianos del Apocalipsis, cada uno con un instrumento musical. También aparece, por supuesto, el Apóstol Santiago, acompañado por los demás Apóstoles.
Durante este período, los artesanos se ubicaban frente a la fachada principal, la cual se sitúa en la Plaza del Obradoiro, y se llama así en alusión a donde se ubicaban los talleres artesanos durante la construcción catedralicia.
El Papa Calixto II instituye en 1122 el Año Santo Jacobeo, y su sucesor, Alejandro III, dicta en 1179 la bula Regis Aeterna, por la que se otorga indulgencia plenaria, perdón de todos los pecados, a quienes visiten el templo compostelano los años en los que el día de Santiago coincidiese en domingo.
Con la Baja Edad Media, el gótico acoge su esplendor, tanto las aportaciones privadas como episcopales permiten la construcción de algunas capillas (Sancti Spiritus y Santa María la Blanca), se acomete la construcción de la desaparecida torre del Ángel y la torre del Reloj (también conocida como la Berenguela) y el claustro recibe aportaciones de capillas funerarias.
En 1236, las campanas robadas por Almanzor son restituidas a Santiago por el Rey Fernando III.
En el S. XVI se añade un nuevo claustro. Es en esta época, concretamente en 1588, cuando el arzobispo San Clemente esconde el sepulcro del Apóstol ante el temor a un ataque de piratas ingleses comandados por Francis Brake. Y lo ocultó tanto, que el sepulcro permaneció oculto durante más de tres siglos. A ello hay que añadir el auge del protestantismo, lo que lleva a una importante decadencia de las peregrinaciones a Compostela y su Catedral.
Es en esta época renacentista cuando además del claustro se acomete la construcción de varias capillas, una sacristía y dependencias anejas.
Ya en el Barroco se acomete la reforma del Altar Mayor, diseñando y construyendo el baldaquino sobre la tumba del Apóstol. El baldaquino se forma por una pirámide sostenida por cuatro ángeles de alas desplegadas, se decora con múltiples elementos jacobeos, simbólicos y heráldicos, ángeles con banderas, las cuatro virtudes cardinales y se corona con una imagen a caballo del Apóstol. Se complementa con el revestimiento salomónico de columnas y pilares románicos que rodean la capilla Mayor. Junto al tabernáculo se construye el camarín del Apóstol, comunicado mediante una pequeña escalera por ambos lados de la girola, para permitir a los peregrinos abrazar fervorosamente la imagen sedente del Apóstol Santiago. Este camarín se abre hacia el presbiterio y la nave central para mostrar la imagen de Santiago Apóstol.
En la noche del 28 de enero de 1879, durante unas obras iniciadas el año anterior por el Cardenal Payá y Rico, se perfora una bóveda, y en una urna se descubren tres esqueletos. En 1884, tras cuatro años de trabajos científicos, León XIII certifica que los restos del Apóstol habían sido reencontrados.
Bajo el camarín antes mencionado, y también accesible por unas pequeñas y estrechas escaleras se encuentra la cripta, lugar reservado para la conservación de la urna en la que se conservan los restos del Apóstol Santiago tras su reencuentro mencionado.
Es tradición que peregrinos de todos los confines del mundo pongan su mano en la base del parteluz hasta dejar marcadas las cinco huellas en la piedra.
Y en la parte posterior, el maestro Mateo firmó su obra con una estatua que reza arrodillada, siendo una imagen de él mismo rezando. Y dice la tradición que a tal figura hay que darle tres cabezazos, pues se cree que tal acto aporta sabiduría.
Desde la Plaza del Obradoiro, para acceder a la catedral, se acceda por donde se desee, habrán de subirse 33 escalones, 33 escalones que dan acceso a la gloria.
La Puerta Santa está situada en la Plaza Quintana y es obra de José de la Peña. Es llamada también Puerta del Perdón. Su estilo interior es románico, pues es la única puerta que se conserva de las cuatro puertas de ábsides del siglo XI. Dicha puerta es presidida por el Apóstol Santiago, ubicado en una hornacina, y acompañado de sus discípulos Atanasio y Teodoro, ambos Santos. Únicamente se abre los años en los que la festividad de Santiago Apóstol, 25 de julio, coincide con domingo. Se trata de los conocidos como Años Xacobeos, o años santos compostelanos. Se abre el 31 de diciembre anterior al año santo mediante ceremonia, la cual consiste en que a ella acude en procesión el Arzobispo, acompañado del Cabildo, demás clero, así como de múltiples fieles, golpeando solemnemente en tres ocasiones sobre el muro de piedra que tapa dicha puerta. Al tercer golpe cae la pared. Tras ello, dos sacerdotes, o diáconos, limpian las jambas y el dintel con agua bendita. Y finalmente, el arzobispo, una vez limpia la puerta, es el primero en traspasarla, con la Cruz de Metropolitano en la mano, seguido de todos los asistentes. Y permanece abierta hasta el 31 de diciembre del año santo. Todo ello implica que dicha puerta permanece cerrada el resto de años.
La fachada que da a la Plaza de Platerías se conoce con el mismo nombre, fachada de Platerías, y es la única que se conserva de las cuatro iniciales, con la salvedad que de los cuatro arcos iniciales, tan sólo se conservan dos. Junto a ella se erige la torre del reloj, iniciada por Rodrigo del Padrón, pero culminada por Berenguel de Landora, de ahí que por ello quizá se la conozca como la Berenguela. Y el reloj es del gallego Andrés Antelo, y ello a pesar de ser su instalación más cara que un reloj de origen británico. Ello se debe al interés de promover y defender la artesanía gallega.
El Botafumeiro es el mayor incensario del mundo, realizado en plata con una altura de un metro y diez centímetros y un peso de cincuenta kilos. Está anclado mediante una cadena al cimborrio del crucero. Tiene un movimiento pendular de norte a sur por efecto del impulso de los ocho tiraboleiros, hombres vestidos con capote rojo que tiran de cuerdas unidas a las cadenas que hacen funcionar el botafumeiro. Se carga de carbones encendidos y aromatizados con incienso, cuya misión sería depurar los posibles olores durante el oficio litúrgico, funcionando en todas las Misas del Peregrino de los años jubilares, años santos jacobeos, y en todas aquellas liturgias en que se solicite como ofrenda al Apóstol Santiago. Las tropas napoleónicas lo robaron, debiendo ser sustituido por un tiempo por uno de hierro hasta su sustitución por uno nuevo de plata. Y ha sufrido varias caídas a lo largo de su historia.
En alguna parte de las fachadas exteriores de la catedral hay tiendas de recuerdos, como por ejemplo la Tienda de la Catedral, con acceso desde la Plaza Quintana, aunque esta tienda curiosamente también tiene acceso desde el interior de la catedral (parte interior de la fachada de platerías). En dichas tiendas disponen de recuerdos como postales, libros, camisetas, llaveros, grabados, dedales, cucharillas,...
El acceso a la catedral es gratuito, aunque para acceder a determinadas dependencias hay que abonar una entrada. Dichas dependencias se encuentran todas con acceso desde la Plaza del Obradoiro y son el Museo Catedralicio, la Cripta y el Palacio Gelmírez. El precio de la entrada da derecho al acceso a las tres dependencias y es de 5 Euros como tarifa normal, 3 Euros para peregrinos, estudiantes mayores de 18 años, jubilados y grupos, y de 1 Euro para alumnos de primaria y secundaria, así como alumnos de bachillerato menores de 18 años.
También hay que recordar en esta línea que el horario de estas tres dependencias, museo, tesoro y palacio Gelmírez es en verano de 10 a 14 y de 16 a 20 de lunes a sábado, y de 10 a 13:30, domingos y festivos, y en invierno de 10 a 13:30 y de 16 a 18:30 de lunes a sábado, y de 10 a 13:30, domingos y festivos, cerrando los días 1 y 6 de enero, 25 de julio, 15 de agosto y 25 de diciembre.
Dentro del Museo, y en varias plantas, podemos disfrutar de distintas estacias y exposiciones, que van desde la propia construcción y reliquias encontradas en la catedral, la romanización de Galicia, tejidos y tapices, testimonios sobre la traslación marina de Santiago, monedas, Claustro, Biblioteca, Sala Capitular y Salas de la Balconada.
La Cripta del Pórtico de la Gloria es obra del maestro Mateo, siendo lugar de veneración de Santiago el Menor, o Santiago Alfeo (apóstol obispo de Jerusalén). Su planta reproduce la cabecera de la basílica romana, reproduciendo una rica decoración en jambas y capiteles.
El Palacio Gelmírez es el edificio civil mejor conservado de la época medieval española. Se trata de un palacio episcopal de final del S. IX, remodelado por el obispo Gelmírez hacia 1117, por el cual recibe nombre.
Durante todo el año, a lo largo del día, hay varios oficios religiosos celebrados en la catedral. Así, por ejemplo, a las 12 hay misa del Peregrino, que en verano también es a las 19. Una particularidad de esta misa, la del peregrino, es que durante su celebración, se recuerda a los peregrinos presentes en el oficio, mencionando no su nombre, pero sí su procedencia, tanto de residencia como del lugar de comienzo de su peregrinación.
Recordad que, en 1985 la UNESCO declaró a Santiago de Compostela ciudad Patrimonio Mundial Cultural. También que, como dijo Goethe, la conciencia de Europa se hizo peregrinando a Compostela. Y claro, que el Camino de Santiago es Premio Príncipe de Asturias