La Puerta Santa se halla en la zona trasera de la Catedral de Santiago, en la Plaza de la Quintana, justo en la parte inferior de las escaleras, llamada Quintana de Mortos.
A la Puerta Santa se le llama también “Puerta del Perdón”, y es la meta de los peregrinos que llegan a Santiago de Compostela para ganar el Jubileo. Esa Puerta permanece siempre cerrada, y excepcionalmente, puede ser utilizada los Años Santos -aquellos en los que el 25 de julio es domingo-.
Cada tarde del 31 de diciembre previa al Año Santo o Jubilar, el ritual de apertura de la Puerta Santa se repite: una procesión religiosa encabezada por el Arzobispo de Santiago de Compostela y diversas autoridades políticas salen del interior de la catedral y se reunen en la Plaza de la Quintana, frente a la Puerta Santa. Allí, el Arzobispo se acerca a la Puerta, y llama tres veces con un martillo de plata pidiendo permiso al Apóstol Santiago para entrar. A continuación, el muro de piedra colocado exclusivamente para la ceremonia y perfectamente previsto para caer suavemente, sugiriendo que es demolido por el golpe del martillo, es derribado. Es entonces cuando se bendice el dintel de la puerta con olivo y el Arzobispo atraviesa el primero el umbral de la catedral.
El Año Santo queda así inaugurado y la Puerta Santa de la catedral de Santiago dispuesta para acoger a todos los fieles que quieran participar de estas costumbres y tradiciones fundamentalmente católicas.
A la Puerta Santa se le llama también “Puerta del Perdón”, y es la meta de los peregrinos que llegan a Santiago de Compostela para ganar el Jubileo. Esa Puerta permanece siempre cerrada, y excepcionalmente, puede ser utilizada los Años Santos -aquellos en los que el 25 de julio es domingo-.
Cada tarde del 31 de diciembre previa al Año Santo o Jubilar, el ritual de apertura de la Puerta Santa se repite: una procesión religiosa encabezada por el Arzobispo de Santiago de Compostela y diversas autoridades políticas salen del interior de la catedral y se reunen en la Plaza de la Quintana, frente a la Puerta Santa. Allí, el Arzobispo se acerca a la Puerta, y llama tres veces con un martillo de plata pidiendo permiso al Apóstol Santiago para entrar. A continuación, el muro de piedra colocado exclusivamente para la ceremonia y perfectamente previsto para caer suavemente, sugiriendo que es demolido por el golpe del martillo, es derribado. Es entonces cuando se bendice el dintel de la puerta con olivo y el Arzobispo atraviesa el primero el umbral de la catedral.
El Año Santo queda así inaugurado y la Puerta Santa de la catedral de Santiago dispuesta para acoger a todos los fieles que quieran participar de estas costumbres y tradiciones fundamentalmente católicas.