“Dum Pater Familias”, el canto de culto jacobeo más antiguo y verdadero himno de los peregrinos
“Cum gaudeant catholici”, cuyo valor está en constituir una de las primeras manifestaciones de canto polifónico, es decir, de canto conformado por varias líneas melódicas simultaneas que se mezclan en una sola composición.
Los intérpretes de esta música eran cantores técnicamente formados en las escuelas eclesiásticas de canto y polifonía, y coros de niños de la catedral, conformando la llamada Capilla de Música que, en principio sin ningún tipo de acompañamiento instrumental, sino solo con sus voces selectas (de ahí la expresión de música “a capella”), deleitaban a los peregrinos y a los fieles en el interior de los recintos eclesiásticos, lo que sin duda seria una experiencia inolvidable para ellos en esas extraordinarias condiciones acústicas, que constituía la verdadera caja de resonancia de esa maravillosa música para ser cantada, en tiempos en que aún se concebía el canto sagrado como oración cantada, y se asociaba el canto como forma más pura y perfecta para entonar los salmos en una relación íntima entre liturgia y canto.
La Catedral de Santiago contó, durante siglos, con una de las más prestigiosas Capillas de Música de Europa, desde sus inicios en el siglo XI, su consolidación en el siglo XII, su posterior apogeo entre los siglos XVI a XVIII con una nutrida orquesta de cámara, y hasta su declinación en la segunda mitad del siglo XIX e inicios del siglo XX en que termina por desaparecer. De la época de esplendor destacan las soberbias composiciones de Maestros de Capilla como Fray José de Vaquedano (1642-1711), Buono Chiodi (1728-1783) y Melchor López Jiménez (1759-1822), compositores a la altura de los más prestigiosos de Europa, que han dejado un valioso legado musical en los archivos catedralicios compostelanos. De la última etapa es el conocido y actual Himno Oficial al Apóstol Santiago de la catedral compostelana, que compuso el maestro de capilla D. Manuel Soler Palmer sobre letra del Dr. Juan Barcia Caballeros, que se estrenó en el acto de apertura de la Puerta Santa del 31 de Diciembre de 1919, inicio del Año Santo 1920 y que desde entonces se canta bajo el acompañamiento solemne del órgano, mientras el Botafumeiro vuela por la nave transversal de la catedral al finalizar la tradicional Misa del Peregrino. De su época de esplendor la catedral compostelana conserva una pieza musical singular, la marcha de las chirimías, instrumento que llegó a ser imprescindible en las capillas de música eclesiásticas para reforzar a las propias voces en los actos procesionales eclesiásticos dentro del templo, durante el siglo XVI, cuando la música instrumental es definitivamente admitida para el culto litúrgico. La catedral de Santiago continúa usando su “Marcha de las Chirimías” para las procesiones capitulares de solemnidad, constituyendo una tradición antiquísima como no existe ya en ninguna otra catedral española. (http://coralea.com)