Los Concheiros de Compostela: Leyenda santiaguista de las conchas.


En una fecha que no podemos precisar, aunque, desde luego, posterior a la edición del Liber Sancti Jacobi, que representa el Códice Calixtino, se contó un milagro para explicar el origen de la significación jacobea de las conchas. Se dijo que un príncipe, hundido en el mar por su caballo desbocado, emergió todo cubierto de conchas. Un antiguo breviario de Oviedo incluye en un himno de Santiago, citado por López Ferreiro, los versos siguientes: 

"Cunctis mare cernentibus
Natus Regis submergitur
Sed a profundo ducitur 
Totus plenus conchibilius"

El milagro se debía narrar ya en la Edad Media, puesto que lo encontraron interpolado en el libro segundo de la versión que Fray Luis de Azcona hizo del Liber Sancti Jacobi en 1532. Los historiadores gallegos del Apóstol, Oxea, Castellá, Erce Ximenez, así como Huerta y el licenciado Molina, en su Descripción del Reino de Galicia, se complacen en narrarlo y los genealogistas se sirvieron de el para ilustrar la estirpe de familias en cuyos escudos figuraban veneras.



Los Concheiros de Compostela. 

Sin que desapareciera la costumbre de llevar los peregrinos conchas naturales cosidas a sus ropas, ya en el siglo XII hubieron de empezar a fabricarse conchas en metal, plomo y estaño, principalmente, que se vendían a los peregrinos, siendo posible que a ellas y no a las naturales fuere a las que aludiese la Guía del Liber Sancti Jacobi como en venta en el paraíso compostelano. Desde luego a fines del siglo XII la costumbre se había generalizado y las conchas de metal se vendían en puestos y por vendedores ambulantes, ya que en 1200 el arzobispo Suárez de Deza consideró el asunto bastante importante para reivindicar frente a los concheros el derecho exclusivo de su iglesia para autorizar la venta de las mismas, otorgando una ordenanza en la cual se permitía a aquellos seguir manteniendo sus puestos, que ellos alegaban haber comprado o heredado reconociendo el derecho de monopolio por parte de la iglesia, de cuya propiedad habían de ser los puestos (vices), que no debían pasar de ciento y de los que veintiocho habían de ser administrados por ella. Los demás eran arrendados a los concheros por treinta años, mediante el pago de la renta anual de un maravedí por la peregrinación de Pascua y medio por la de San Miguel. A los treinta años, durante los cuales el conchero podía poner pleito a la iglesia sin que ésta en ningún concepto pudiera elevar la renta citada.

Las conchas en la iconografía.
 
Los documentos gráficos nos muestran las conchas adornando las partes más variadas de la indumentaria de los peregrinos y de Santiago representado como tal. La más frecuente y constante sea en la esportilla y después en el sombrero; pero también aparecen en el manto o esclavina en número múltiple, adornando el delantero y la espalda. 



En el pórtico meridional de Chartes decoran la banderola o correa de que pende la escarcela que sirve de atributo a Santiago. En el sombrero, lo más frecuente es encontrarla en el medio del ala, levantada por delante; en tiempo más recientes lleva a los lados, encuadrándola, dos parejas de bordoncillos cruzados, e incluso otras conchas de caracoles marinos, costumbre ya que debía existir en el siglo XV, puesto que el arcipreste de Hita, cuando pinta a Doña Cuaresma vestida de peregrinan no deja de mencionar su Grande sombrero redondo con mucha concha marina.

Por este mismo tiempo, y aun en siglo anterior, debieron de labrarse algunas de las conchas de azabache que conserva el museo de Valencia de Don Juan, talladas en sus dos caras por imágenes piadosas y con agujeros para coserlas o colgarlas. Arnol von Harff, que al final del siglo XV menciona la venta de conchas y la costumbre de que los peregrinos las comprasen y las sujetasen a sus sombreros, no dice nada de la materia que estaban hechas. Que eran de metal comunmente, lo indica el verbo cudere " acuñar " que usan los Papas en sus bulas; y en su mayoría serían de metal común, plomo o estaño. Al adquirir pujanza el gremio de azabacheros y refundirse en él el antiguo de concheros, debió heredar también la venta de las conchas o veneras, ya que estas aparecen mencionadas en las Ordenanzas e Inventarios desde el siglo XV, pudiendo decir Osma, con gráfica frase, que " la tienda del azabachero sería en la primera mitad del siglo XV algo así como Bazar X del romero, y su privilegio trascendería, de hecho, cuando no de derecho a exclusiva de expedición de todo aquello que a título de recuerdo quisiera llevarse de Santiago. En inventarios del siglo XVI se mencionan conchas o veneras de alambre (cobre ) y de estaño blanco y dorado, pero en ninguno de ellos de plomo, suponiendo Osma que habrá que identificar con éstas los " Santiagos y conchas de corps ", que con otros de "pregos " figuran en los inventarios por cientos y millares, como incluídos en el " género bastardo ".


Texto: Las peregrinaciones a Santiago de Compostela. Vol I.  Luis Vázquez de Parga, José Mª. Lacarra, Juan Uría Ríu.