Once trucos que te ayudarán en el Camino


1 > Asegúrate de llevar siempre bien cortas las uñas de los pies. Por muy buenas que sean tus Chiruca y tus calcetines coolmax, si llevas las uñas del pie como un gallo de pelea, las lesiones serán inevitables. Desde moratones bajo las uñas en las bajadas hasta problemas más graves como tendinitis, derivados de llevar los dedos doblados dentro de la bota.

2> Dos sobrecitos de azúcar de esos que te dan con el café no deberían faltar nunca en el bolsillo del peregrino. A veces la etapa se hace más larga de lo previsto y de repente puede llegar el bajón físico -la pájara de los ciclistas-, pero un buen puñado de azúcar y un trago de agua te dan energía para seguir tirando un rato.

3> Lleva siempre un par de bolsas de plástico en la mochila. Es importante que sean de las que no hacen ruido, porque por la noche, cuando otros duermen, es muy molesto el sonido de esas típicas bolsas ruidosas que por mucho cuidado que tengas se empeñan en despertar a todo el albergue. Pueden servir para proteger algo en caso de lluvia, para llevar ropa mojada o para meter unas frutas que te regala algún payés de la zona.

4> Ya que hablamos de ropa mojada, que nunca falten un puñado de imperdibles. Son fantásticos para montarte un tendedero portatil en tu mochila en caso de que la ropa lavada el día anterior aún no se haya secado. También pueden sacarte de pequeños aprietos como un enganchón con unas zarzas o cualquier otro imprevisto.

5> Más de una vez lo hemos dicho, pero quiero insistir en el hilo y aguja. Sirve para tratar las ampollas (¿Ampollas? No, gracias) o para imprevistos tales como un enganchón en el pantalón, un desgarro en la mochila…

6> Un rollo de papel higiénico tampoco puede faltar. Nunca se sabe dónde puede llegar el apretón. Además puede servir de servilleta, de pañuelo… Mejor llevar uno que esté a medias para que no ocupe demasiado.

7> Un bote de vaselina es importante. Hay quien se lo unta en los pies antes de salir, hay quien se lo aplica entre los muslos para evitar irritaciones por roce… También es práctica para proteger los labios de los rigores del clima seco castellano y el fuerte sol del estío.

8> Si llueve durante la etapa y se te empapan las botas, nada mejor para secarlas de cara al día siguiente que llenarlas de papel de periódico. Según se van mojando las bolas de papel, las vas cambiando y en unas horas estarán secas. Ver Si llueve compra un periódico.

9> Una pequeña linterna de bolsillo es imprescindible. Te puede ayudar a no pasar un mal rato si te tienes que levantar para ir al baño durante la noche; te puede iluminar el Camino si comienzas la etapa antes del alba; te puede ayudar a buscar algo en la mochila después del cierre de luces de los albergues.

10> El hinojo salvaje (ver en Wikipedia) que crece en las orillas de los caminos, de aroma anisado, tiene la virtud de provocar un exceso de la salivación. Si tienes sed y te estás quedando sin agua, puedes arrancar una ramita y ponértela en la boca, como un vaquero de esos de las películas. Enseguida dejarás de tener la desagradable sensación de tener la boca seca. No hace falta decir que este remedio es útil para emergencias, pero que nunca deberíamos quedarnos sin agua en la ruta, por peligro de deshidratación. Y menos en verano.

11> Tapones para los oídos tampoco pueden faltar en la mochila de todo peregrino. Sin ellos, los roncadores pueden impedirnos descansar por la noche.

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