La pintura románica


Las principales muestras de la pintura románica se encuentran en las bóvedas del Panteón de los Reyes de San Isidoro, en León, consideradas como la "Capilla Sixtina" del Románico.

La pintura románica está, como ocurriera con la escultura, subordinada a la arquitectura. Al estar en función de la arquitectura, tiene que adaptarse al soporte arquitectónico que la contiene.

Asimismo, tiene una doble función: decorativa de interiores de iglesias y didáctica (destinada a enseñar a los fieles).

La pintura generalmente es mural, realizada sobre muros, al fresco o al temple.

El colorido de las figuras es plano, carece de perspectiva. Las figuras representadas son hieráticas e inexpresivas, trazadas a base de líneas muy gruesas.

El lugar por excelencia para colocar las pinturas es el ábside de la capilla mayor. Allí pueden encontrarse el Pantocrátor, rodeado por una mandorla o almendra mística, con características idénticas a los tímpanos esculpidos.

A veces el Pantocrátor es sustituido por la Virgen sedente, con el Niño sobre sus rodillas.

Otros lugares que se decoran con pinturas son las bóvedas de cuarto de esfera de los absidiolos, y los muros curvilíneos del ábisde, donde sulen colocarse figuras de profetas y de santos.

Las fuentes de inspiración suelen ser los mosaicos bizantinos y los Beatos mozárabes.

Las muestras más significativas de la pintura románica se encuentran en los ábsides de las iglesias de:

* San Clemente de Tahull


* Santa María de Tahull


* Las bóvedas del Panteón de los Reyes de San Isidoro, en León.