Al Principio y al Final... UNO


Son pocos los que cruzan la Puerta. La mayoría arriban al umbral creyendo haber cumplido con el Camino, pues han llegado a la "meta" y vuelven a sus vidas cotidianas sin apenas intuir que al otro lado se hallaba el Jardín...

No importa que en los tableros con los que hemos jugado de pequeños ya no encontráramos la Última Casilla... Centro geométrico de la sagrada Espiral...

No importa que la Oca de la Puerta (una Oca 9) ocupe ese Centro ni que se la reste de las cábalas dejando a trece hermanas huérfanas a merced de otros simbolismos, que aunque válidos para muchos, merman de forma evidente el complejo contenido esotérico de este Juego.

Tampoco importa cuanto tardemos en descubrir el Jardín que se esconde tras la Puerta... Porque en el Camino de la Oca todos, tarde o temprano, llegamos al Innumerable Centro... Al Uno.

Ideas demasiado heréticas para un año como el de 1215...

Algo más sobre el 64...

"(...) En primer lugar, la división de la espiral en 64 casillas (incluída la viñeta central a la que corresponde virtualmente esta cifra) coincide con la del tablero de ajedrez y con la del antecedente del parchís, el caupur, todos ellos basados en el esquema del asthâpada hindú, un diagrama de 8 x 8 cuadrados, del que aquéllas son variantes más o menos complejas; este número 64 es también el de los hexagramas del I Ching cuyas combinaciones, que surgen del “machihembrado” de los dos trigramas básicos, constituyen la totalidad del mundo manifestado.


Del mismo modo se dice que la cifra 63, la totalidad de las “figuras” de la espiral del Juego de la Oca, “es el último número del universo creado, expresa el fin de un ciclo, el cierre de un anillo, el término de una carrera”, y completa el conjunto de la manifestación junto al número 64, que ocupa en el juego la posición central representando la Unidad metafísica (64, por reducción de sus cifras componentes, equivale a 1; 6+4=10;1+0=1). Se podrían aún señalar otras muchas correspondencias, como las 64 puertas del Paraíso de Vaikuntha, morada celestial de Vishnú y equivalente al símbolo cristiano de la Jerusalén Celeste, pero nos limitaremos finalmente a comentar que la cifra que nos ocupa, 64, es submúltiplo del número cíclico fundamental 25920 (el Gran Año pitagórico), que mide la precesión de los equinoccios, lo cual conviene al simbolismo cíclico de la espiral en el juego como representación del mundo manifestado en su doble dimensión de espacio y tiempo.(...)"

Este fragmento del artículo de Antonio Páez: EL SIMBOLISMO DEL JUEGO DE LA OCA, (publicado en TEMPESTAS, Revista de Humanidades Nº 3) se puede leer completo aquí: